La electricidad es una de las fuerzas más importantes que mueven el mundo moderno. Sin embargo, su historia está llena de conflictos y rivalidades entre los inventores que la hicieron posible. Una de las más famosas fue la que enfrentó a Nikola Tesla y Thomas Edison a finales del siglo XIX, en lo que se conoce como la batalla por el control de la electricidad.
La batalla por el control de la electricidad fue el resultado de la competencia entre dos sistemas distintos de generación y distribución de energía eléctrica: la corriente continua (CC) y la corriente alterna (CA). La corriente continua es un tipo de electricidad que fluye siempre en la misma dirección y con una intensidad constante, mientras que la corriente alterna es un tipo de electricidad que cambia de dirección y de intensidad periódicamente. Cada sistema tenía sus pros y sus contras, pero también sus partidarios y sus opositores.
El principal partidario de la corriente continua era Thomas Edison, el célebre inventor de la lámpara eléctrica, el fonógrafo y el cine, entre otros dispositivos. Edison había creado en 1882 la primera empresa eléctrica del mundo, basada en la corriente continua. Su sistema era más simple y seguro, pero también más costoso e ineficaz, ya que necesitaba muchos generadores y transformadores para abarcar largas distancias y diferentes tensiones. Además, la corriente continua no podía ser usada por algunos aparatos como los motores eléctricos.
El principal partidario de la corriente alterna era Nikola Tesla, un genio de origen serbio que había trabajado para Edison en Francia y Estados Unidos. Tesla era un visionario que había inventado numerosos dispositivos relacionados con la electricidad, el magnetismo, la radio y las telecomunicaciones. Tesla había patentado en 1888 el motor de inducción, que funcionaba con corriente alterna y permitía una mayor potencia y flexibilidad. Su sistema era más económico y eficiente, pero también más complejo y peligroso, ya que utilizaba altas tensiones y frecuencias.
La batalla por el control de la electricidad se desencadenó cuando Tesla se unió a George Westinghouse, un empresario e ingeniero que había fundado en 1886 una empresa eléctrica competidora de Edison, basada en la corriente alterna. Westinghouse compró las patentes de Tesla y empezó a construir redes eléctricas que rivalizaban con las de Edison. La lucha se desarrolló tanto en el plano técnico como en el plano mediático, con campañas de publicidad y demostraciones públicas.
Edison intentó desacreditar a la corriente alterna difundiendo el mito de que era más peligrosa que la corriente continua. Para ello, realizó experimentos crueles en los que electrocutaba animales con corriente alterna, como perros, gatos, caballos e incluso un elefante. También apoyó el uso de la silla eléctrica, alimentada por corriente alterna, como método de ejecución para los condenados a muerte. Su objetivo era crear una asociación negativa entre la corriente alterna y la muerte.
Tesla respondió a las acusaciones de Edison demostrando las ventajas técnicas y económicas de la corriente alterna. Para ello, realizó impresionantes exhibiciones en las que encendía bombillas sin cables, hacía funcionar motores eléctricos y generaba relámpagos artificiales con bobinas de alto voltaje. Su objetivo era crear una asociación positiva entre la corriente alterna y el progreso.
El punto álgido de la batalla por el control de la electricidad se produjo en 1893, cuando se celebró la Exposición Universal de Chicago. En esta feria se mostraron los últimos avances científicos y tecnológicos del mundo. La organización convocó un concurso para elegir el sistema eléctrico que iluminaría el recinto. Edison presentó una oferta basada en la corriente continua, pero Westinghouse presentó una oferta más barata basada en la corriente alterna. Westinghouse ganó el contrato y Tesla diseñó el sistema eléctrico que iluminó con miles de bombillas el llamado “White City”. Fue la primera vez que se usó la corriente alterna a gran escala y se demostró su superioridad sobre la corriente continua.
La victoria de Westinghouse y Tesla se consolidó en 1895, cuando se inauguró la primera central hidroeléctrica del mundo en las cataratas del Niágara. Esta central aprovechaba la fuerza del agua para generar corriente alterna y transmitirla a largas distancias. La corriente alterna se convirtió así en el estándar para la distribución de energía eléctrica en el mundo.
La batalla por el control de la electricidad terminó con un claro ganador: Tesla y la corriente alterna. Sin embargo, el triunfo no le reportó los beneficios que esperaba. Tesla tuvo que renunciar a sus regalías por sus patentes para salvar a Westinghouse de la quiebra. Edison, por su parte, vendió su empresa eléctrica a J.P. Morgan, que la fusionó con otras para crear la General Electric. Tesla murió pobre y olvidado en 1943, mientras que Edison murió rico y famoso en 1931.
La batalla por el control de la electricidad fue un episodio clave en la historia de la electricidad y de la humanidad. Gracias a ella, se desarrollaron los sistemas eléctricos que hoy en día usamos para iluminar, comunicar y mover el mundo. Tesla y Edison fueron dos gigantes de la ciencia y la tecnología que contribuyeron con sus inventos y descubrimientos al avance de la civilización. A pesar de su rivalidad, ambos merecen el reconocimiento y el respeto de las generaciones posteriores.